MI EXPERIENCIA EN BRASIL COMO VOLUNTARIA EN LOS JUEGOS OLIMPICOS RIO 2016 

En el momento en que me enteré que la convocatoria para voluntarios de los Juegos Olímpicos Rio 2016 era internacional me inscribí inmediatamente, estas inscripciones se abrieron año y medio antes de iniciar estas justas deportivas. En el formulario pedían seleccionar los idiomas que hablaba y como sugerencia y fuertemente recomendado estaba el Portugués, así que sin pensarlo dos veces, me arriesgué a decir una mentirita piadosa y seleccionar que lo hablaba en nivel intermedio, pensado que tenía un año para aprenderlo. Desde ese momento empecé a estudiarlo de manera autónoma, mirando tutoriales y apoyándome de plataformas web gratis. 

El proceso de selección continuó con entrevistas en línea y más exámenes. Cuando por fin llegó la esperada noticia de que había sido seleccionada como voluntaria no cabía de la felicidad. El sueño de estar en unos olímpicos estaba por cumplirse. En ese momento con mis 23 años de edad estaba trabajando a cambio de un sueldo mínimo y no me quedaba mucho para ahorrar, pero con mucho esfuerzo logré comprar el tiquete de ida, esperando poder regresarme por tierra y conocer muchos lugares más.  

Para cuando llegó el día de viajar, ya me sentía super capacitada en el portugués así que estaba lista para emprender este viaje como voluntaria, decidí viajar 15 días antes para tener tiempo de conocer y recorrer los lugares turísticos. Al llegar al aeropuerto me pidieron mostrar un tiquete de regreso ya que por ley, si ingresas por aire debes salir por aire, así que los pocos ahorros que llevaba fueron utilizados para comprar un tiquete en menos de 15 minutos y así poder abordar. 

Solo hasta llegar a Rio de Janeiro me las creí, como que desperté y me di cuenta que todo estaba siendo realidad y que estaba sola con la oportunidad de recorrer esta ciudad entera. Como tenía que ahorrar costos me dirigí a la zona de Copacabana para caminar buscando un hostal, encontré uno que costaba 20.000 pesos la noche aproximadamente, compartiendo una habitación con 20 camarotes, esto no era problema porque lo que quería era ahorrar lo que más pueda.  

Rápidamente conocí personas de diferentes países en el hostel, con quienes fuimos a sitios emblemáticos como el Cristo Redentor, Pao de azúcar, Pasos de selaron, Lapa, Fabelas, etc. Como no teníamos nadie que hable Portugués yo les servía como traductora, lo que me ayudó a practicar y tener más fluidez en este idioma antes de iniciar mi trabajo como voluntaria.  

Todos los días me enamoraba más de esta hermosa ciudad, trotaba en las mañanas a lo largo de la playa de Copacabana, conocía nuevos lugares, compartía con nuevas personas, probaba nuevas comidas, aprendía nuevos bailes, etc. Cuando empezaron los Juegos Olímpicos, el precio de todo se triplicó y el precio del hostal subió a 60.000 la noche, obviamente no podía pagarlo así que unos amigos voluntarios ofrecieron dejarme quedar en el mueble de la sala del apartamento que habían alquilado para vivir. Compartir con ellos fue espectacular, todos de diferentes culturas con la misma pasión de vivir el ambiente de los Juegos Olímpicos.   

Me desplazaba todos los días hacia el escenario Riocentro 2 para desempeñar mi trabajo como asistente del área de prensa del Levantamiento de Pesas, cumpliendo labores de traducción al portugués, inglés o español. Pude estar presente cuando Oscar Figueroa ganó la medalla de oro para Colombia y fue uno de los momentos más felices del viaje, algo realmente inexplicable.  

Hay muchas anécdotas que contar pero por ahora concluyo diciéndoles que fue una de las mejores experiencias de mi vida, que a pesar de no tener mucho dinero para los gastos básicos, siempre llegaban personas de buen corazón que me ayudaron y nunca me faltó algo. Aproveché cada segundo del viaje, regresé con muchas ganas de volver y quedaron muchos lugares que visitar.